domingo, octubre 28, 2007

Ciclo de cine yonqui


Junkie viene de la palabra Junk que literalmente significa basura. Es el termino despectivo dado al adicto a las drogas (aunque al parecer en particular al heroinomano) y a todo el mundo bajo y terrible pero a la vez atrayente que rodea el uso de sustancias que alteren la conciencia. Este singular universo, el de la drogas, ha estado presente en la historia de la humanidad desde tiempos inmemoriables y no es un fenomeno reciente. Ya sea asociado a distintas tradiciones médicas que han hecho uso de plantas o sustancias químicas, o como parte fundamental de rituales entre la magia y la religion, entre el chamanismo y el placebo de la hostia, o en nuestros dias como simple actividad recreativa inflada secretamente por la sociedad de consumo, el tema de las drogas trasciende el debate simplificante de la legalidad o ilegalidad. Por ello ha sido objeto de estudio de distintas disciplinas y posee la dualidad de ser musa y objeto, juez y parte de multiples expresiones artisticas. El cine, tambien un paraiso artificial per sé, no puede abstraerse de ser un lenguaje priviliegiado para abordar esta temática. Su realidad alterada en espacio y tiempo contiene los códigos adecuados para proyectar el viaje. Por ello el cineclub Alberto Alava ha querido propiciar un espacio de reflexión más alla de cualquier apasionamiento e idea preconcebida alrededor de las drogas. Sin embargo, al seleccionar la visión del adicto, del junkie, ha querido separarse del lugar comun que cubre el enfoque de Colombia como país productor y que ha convertido nuestra filmografia en un recurrente vademecun de capos, sicarios y sonoros “gonorrea”. Por ello se ha efectuado una selección de 7 peliculas intentando incluir titulos de varios paises y épocas en lo posible.

El ciclo arranca con un clasico contemporaneo, Trainspotting (Danny Boyle, Escocia 1995). Pelicula ya iconica en el imaginario juvenil basada en la novela del escritor Irwin Welsh. Dirigida por Danny Boyle en su brillante era prebodrios hollywoodenses, este fetiche de la generación X expone el mundo yonqui de Edinburgo, donde la heroína es sólo una salida al aburrimiento, un modus vivendi de una juventud que cabalga en el subsidio de desempleo de un estado de bienestar retrasando al máximo su entrada en el somnifero establecimiento de TV y drogas legales de sus padres. Un banda sonora ya legendaria acompaña una puesta en escena entre el naturalismo y la metafora visual rave. Otro espacio y otro tiempo. Cristina F (Uli Edel, Alemania 1981) narra una historia basada en la vida real de una adolescente que progresivamente cae en el mundo de las drogas en una Berlin oscura y callejera que vibra al ritmo del camaleon David Bowie, quien hace un cameo en la pelicula. Una atmosfera aplastante, llevada de la mano de una fotografia oscurisima, sirve de escenario para la caida progresiva de la protagonista en el infierno heroinomano, llevandola a prostituirse por un pique.

La literatura vuelve a tomar la pantalla con una referencia obligada: El Almuerzo desnudo -Naked Lunch- (David Cronemberg, Canada 1991). Basada en el libro de igual título del escritor beat norteamericano William Borroughs (quien tiene una novela justamente llamada “yonqui”), confiere a Cronemberg la posibilidad de dar sentido a tan genial y disparatado texto basado en visiones drogadas de Borroughs, uniendolo con episodios de la propia vida del escritor. Maquinas de escribir copulantes-entomologicas, culos parlantes, Tangier, agentes de Interzone y todo el imaginario volado de la novela se somete a una casi imposible y reposada recreación. No en vano la generación beat a la que pertenecía Borroughs aún es de grán influencia en nuestros dias.

La cuota inglesa del ciclo, El jardin de la alegría (Saving Grace, Nigel Cole,Inglaterra 2000) viene imbuida en un dulzon aroma a hierba. Comedia ligera al estilo del guionista/protagonista Craig Ferguson, presenta una trauma ingeniosa resuelta en un climax de exaltación canabica de ancianas carcajeantes y tombos british en pelota. De planos reposados que se regodean en el frio encanto de un pueblito en la costa Inglesa, presenta a pesar de su simpleza reflexiones alrededor del tema de las drogas. La distancia entre consumir y producir, porque otras drogas como el alcohol si son aceptadas y la aparente benevolencia de la marihuana son lanzadas al expectador si emitir un juicio definitivo.

El hombre del brazo de oro (the man with the golden arm, Otto Preminger, Estados Unidos 1955) se convierte en una joya clasica rescatada para este ciclo. En un efectivo blanco y negro, el director de origen austriaco nos muestra los dilemas a los que se enfrenta un adicto a la heroina recien salido de la carcel, con el reto de surgir de nuevo ante una sociedad que lo juzga. Lo interesante es ver a un Frank Sinatra bestializado por la abstinencia y el desespero de un esquivo fix siendo salvado por una abnegada y joven Kim Novak, impoluta antes de ser femme fatal del catalogo de rubias fetiches de Hithcock. Lo destacable es lo inusual de esta temática para los cincuentas, imbuidos en la felicidad de suburbio del American Way of life. No hay pasajes oniricos ni primerisimos planos de jeringas voluptuosas para saciar a adolescentes con aspiraciones seudoyonquis (como es la moda hoy en dia), pero Sinatra recorriendo en traveling los planos de barrio bajo de Chicago al ritmo de frenetico bebop y en contra de la censura, son suficiente recompensa.

Spun (Jonas Akerlund, Estados Unidos, 2003), el debut cinematográfico del conocido director de videos de origen sueco, es quiza una de las peliculas más llamativas del ciclo. La estetica MTV donde se retrata un metaanfetaminico grupo de whitetrash tiene casi todos los trucos: Pasajes de ensueño, planos desorbitantes, insertos de caricaturas, parodias de realities y programas de televisión funky de bigotones policias, escenas comicas y absurdas, tetas, automoviles, sexo y hasta apariciones de un Rob Halford (Judas Priest) embutido en atuendo gay de cuero como proveedor de porno, esa droga casi exclusiva para hombres y Debbie Harry, la fantasia masturbatoria del New Wave como lesbiana vindicatoria. A pesar del asalto de estimulos, la historia no deja de tener cierta nostalgia, retratada en el personaje principal pero fudamentalmente en ese personaje gigantesco representado idoneamente por Miky Rourke, triste simbolo sexual ochentero convertido en oscuro renegado por sus excesos. El efecto queda completo con una musica casi bucolica de Billy Courgan que contrasta con las atareadas calles de Los Angeles.

La dificil representación latinoaericana en este ciclo esta encargada a la excelente Martin H (Adolfo Aristarain, Argentina-España, 1997). Aunque por fuera de la estética yonqui cliche de jovenes degradados en edificios ruinosos, esta pelicula pone de manifiesto algo más discreto pero no por ello menos real: la presencia de la droga en la vida cotidiana. Planos comodos, personajes burgueses, Argentina y España unidos por una historia familiar y una sobredosis como detonante, todos los personajes principales pasan temporadas en paraisos artificiales con su propia opinión al respecto. El adolescente desubicado con ansias de experimentación, el padre que reaparece ocultando su somnifera rutina de porro y vino, la amante cocainomana de imprudentes sosiegos nevados a su desamor y el marica hedonista enamorado de las drogas como manera de descubrimiento, todos tan bien puestos en la comodidad de sus pisos, en la ascepcia donde el dealer es inexistente, y “la merca” al parecer siempre reposa en algun gabinete.

Finalmente como cierre la pantalla es tomada por “Miedo y asco en las vegas” (Terry Gilliam, Estados Unidos, 1998). La pelicula esta basada en el libro homonimo del escritor norteamericano Hunter Thompson, niño terrible de las letras gringas y uno de los iconoclastas más excelsos en un Imperio de idiotas. Con grán precision Gilliam recrea las alucinantes experiencias del alter-ego de Thomson, Raoul Duke y su abogado Dr. Gonzo, interpretados magistralmente por Johnny Depp y Benicio del Toro, en su sicodelica busqueda por el sueño americano. En amplios planos del desierto del oeste norteamericano atravesado por enormes convertibles o en claustrofobicas habitaciones de alfombrado kitsh capturados en grán angular, estos antiheroes en constante excitación multidrogas, deambulan extraviados sin poder asir ese sueño que se desvanecio tras romperse el ensueño hippie a principios de los setentas. La pelicula sirve para mostrar las contradicciones de la sociedad norteamericana con el acido humor de Thomson, retratando una generación de invalidos mentales que creyeron, al típico estilo consumista estaudinense, que la paz venia en capsulas tal cual como pontificaba el profeta-PhD del acido, Timothy Leary.

Al finalizar el ciclo, el viaje concluye. Distintas visiones y filmografías. No se busca hacer una apología de las drogas, pero tampoco caer en la censura y pensamiento unidimensional propio del establecimiento. Sólo dar a entender que el universo descrito, tal vez no nos es ajeno en una sociedad obsesiva y consumista. Automoviles, video-juegos, la televisión, las drogas legales como el alcohol y el tabaco, quiza cada uno de nosotros y nosotras tenga una adicción. Así estas imagenes en movimiento buscan dar diferentes elementos de juicio para que sea el espectador el que tome decisiones o simplemente, expanda su mente de manera lúdica y terrible. Recreando el circulo vicioso, consumiendo fotogramas en un empaque electrónico bastante pirata, suministradas por un cineclub jíbaro.

//Luis Fernando Medina C.
//(luscus9@yahoo.com)

Descargar el cuadernillo del ciclo

Como el cine, el cineclubismo es colectivo, agradecimientos a:
*Amigos y amigas que asistieron a las funciones
* Andres, Juan Jose y Tatiana (Cineclub Alberto Alava) por ayudar en el ciclo
* Diego Espejo por entender la idea para el afiche y hacer tan buen trabajo
* Andrea Fandiño, (Bienestar UN) por apoyar mis caprichos (costear el afiche)
* Wintermute en Barna, que sabe el credito que tiene