Por muchos años, la literatura de ciencia ficción fue considerada como un género accesorio y de escasa relevancia, más apropiada para la caneca de la basura que para los excluyentes anaqueles de la escritura seria. Fuera en libros, comics o en cine, los paisajes de fantasía eran relacionados peyorativamente con los delirios de onanismos mentales de adolescentes acneicos y escapistas que evadían su realidad. Sin embargo y aunque muchos exponentes del genero bien podrían clasificarse de manera desaprobatoria por su superficialidad, quizá la buena ciencia ficción, es uno de los géneros literarios más subversivos que existen. Su método ha sido sutil ante los ojos desprevenidos pero demoledor ante los hábiles haciendo uso de la extrapolación social y tecnológica, que desprovista de todo artilugio futurista, se presenta como una crítica evidente ante valores que toman una ominosa fuerza en el momento de la concepción de la obra.
El termino distopia, describe en contraposición al más difundido, utopía, una sociedad futura que dista mucho de ser ideal, constituyéndose en el escenario prospectivo donde toman lugar las historias de ciencia ficción que muestran rumbos alternativos y retorcidos factibles a partir de la situación actual. Generalmente el escenario distópico transcurre bajo procesos de estructuración social que con la ayuda de la tecnología, homogenizan al ser humano bajo el influjo de un poder absoluto, sea este el estado en las distopias más clásicas, o las grandes corporaciones en aquellas más recientes que son asociadas a lo que es denominado como Ciberpunk.
El ciclo de distopias pretende dar un breve repaso sobre algunas de las producciones cinematográficas que abordan el tema. El clásico texto de Thea Von Harbou “Metrópolis” presta su título al anime Japonés dirigido por Rintaro, basado en el manga del legendario Osamu Tesuka. Esta versión toma distancia de la reconocida obra maestra del expresionismo Alemán “Metrópolis” de Fritz Lang (se dice incluso que Osamu Tesuka nunca vio la película y sólo se inspiro en un afiche de la misma) desviando la atención hacia la relación hombre robot, siendo estos últimos los que han tomado el papel de los obreros subterráneos de la versión original, aunque gobernados por una autoridad máxima. La novela de Ray Bradbury “Fahrenheit 451” sirve de excusa al afamado director francés Francois Truffaut para incursionar en el Swiging london, con su producción homónima rodada en Inglaterra en 1966. Con varias citas cinemáticas a su admirado Hitchcock (sensación reforzada por la música de Bernard Herrmman, recordado por dar el soundtrack al arte de apuñalear bellas mujeres en la ducha) Truffaut retrata esta sociedad donde los Bomberos tienen la absurda misión de perseguir a aquellos que aún conserven el proscrito hábito de leer. La crítica a la sociedad policiva, a la persecución de unos cuantos en beneficio de lo que se considera el bien común y sobretodo, a esa televisión que ya es percibida como un elemento alienante cuyo propósito es mantener .en el calido sopor de las píldoras y los realitis primigenios a asustadizas y conformes amas de casa. El circo electromagnético finalmente derrotó los exquisitos objetos hechos masivos gracias a Guttemberg.
La sociedad del pensamiento único, ya ligeramente tratada en Fahrenheit, sirve de telón de fondo para una la que es la obra epítome de las distopías: 1984. Escrita por el Ingles George Orwell como feroz invectiva contra la Rusia Estalinista, ha dejado en nuestro inconsciente colectivo conceptos tan poderosos como los del gran hermano, lastimosamente desprovisto de sus terribles implicaciones por realitis que incluso sirven de palestra a presidentes faranduleros y megalómanos. Michael Radford es el encargado de llevar a la pantalla la conocida obra, justamente en 1984 en los mismos sitios previstos por Orwell. La atmósfera de pesadilla, la paranoia colectiva y la sociedad en una guerra infinita como secreto artilugio para mantener intacta la jerarquía social son retratadas en una acertada estética de retro-ciencia ficción que conserva el estilo de los 40s.
Sin dejar atrás los estados opresores e incluso como aspecto entrelazado, aparecen las distopías de corte tecnológico. “Gattaca”, de 1997 muestra un ¿bastante? probable futuro que recuerda en ciertos aspectos el conocido texto de Aldous Huxley “Un mundo feliz”. El director y guionista Andrew Niccol plantea una sociedad basada en la Ingeniería genética, en donde coexisten un conjunto de castas predeterminadas por la aptitud física y mental que forja las élites a partir de la probeta. En un ambiente de diseñador y avantis eléctricos, deja de manera bastante cándida un mensaje de esperanza al espíritu individual que más bien recuerda un comercial de Milo. Seguidamente el conocido director Ingles Ridley Scott, moldea a su antojo la excelente novela de Philip K. Dick “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” para producir una de las películas más influyentes de la ciencia ficción de los últimos 25 años: Blade Runner. Catalogada como la primera película de ciberpunk, esta película de culto traza una sociedad victima del hipercapitalismo, con un Los Angeles globalizado que más recuerda Tokio. De nuevo el planteamiento filosófico sobre el significado de la vida y la capacidad de las máquinas para poseerla se recrea en una historia mitad visión apocalíptica tras el calentamiento global, mitad historia noir con un policía renegado y solitario que lucha contra las circunstancias. Otro alucinante fresco poscapitalista es la conocida película australiana “Mad Max”, donde es posible observar una sociedad en proceso de decadencia. El culto al automóvil se estrella directamente con la precariedad de recursos en las interminables carreteras del polvoroso Down Under.
Finalmente la cuota iberoamericana completa el ciclo. “Acción mutante” de 1993, es la deliciosa sátira a la sociedad obsesionada por la belleza y el buen registro de cámara al alcance de quien se enfrente al bisturí. Primer largo del conocido director español Alex de la Iglesia, donde una banda terrorista de freaks incompetentes hace de las suyas en una parodia de la ciencia ficción serie B de los 50s. “Bogotá 2016” es el esfuerzo Colombiano del 2001, donde la unión de 3 cortos sobre la idea futura de ciudad, mezcla la segregación social y la creciente influencia de los realitis en una distopía con sabor local.
Diversos países y épocas. Guiones originales y adaptaciones de obras clásicas del genero, este ciclo no pretende lanzar juicios sobre el rumbo de nuestra existencia, sólo mostrar la proyección de no tan lejanos espejos deformados, dejando a cada cual la labor de indagar en los cada vez más pálidos reflejos del presente, por las precarias formas que constituyen una actualidad más inasible.
TXT: luscus9_at: www.alta-densidad.tk
Este texto hace parte del cuadernillo del ciclo "Distopias" presentado por el cineclub "Alberto Alava", Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. Aquí dejo el cuadernillo por si alguien quiere fusilar el ciclo: Cuadernillo distopias
Y como ya me llego mi trasteo caleño (con los vinilos) un videito muy inclusive del camaleón David Bogüi: 1984 versión seudo-funky setentera
jueves, noviembre 16, 2006
miércoles, noviembre 01, 2006
La sociedad de la información: un desafió más allá del reto tecnológico.
Información y tecnología.
Cada vez es más innegable que vivimos en la sociedad de la información. Y aunque aun es temprano para adelantar juicios precipitados desde el punto de vista histórico, como aquellos que sitúan nuestra época como un genuino punto de giro en el devenir del ser humano, si podemos afirmar que nunca como antes, el acceso a la información había sido tan mediado por la tecnología. Hace más de 500 años el prodigio ideado por Gutemberg desato una revolución que ayudaría a que la edad media llegara a su fin a través de la luz de los libros. La imprenta fue quizá el primer artefacto creado por el hombre que permitió un enorme progreso en la difusión del conocimiento, llevándolo de los apartados claustros eclesiásticos a una sociedad cada vez más lectora y entusiasta. Un fenómeno similar pero de proporciones mayores fue el propiciado por la electrónica en el siglo XX. La irrupción de medios como la radio y sobre todo la televisión desplazó a los medios escritos a un lugar secundario, de manera tal que no es exagerado decir que actualmente la imagen, es la principal fuente de información, conocimiento, incluso esparcimiento para una gran proporción de los habitantes del planeta. Este salto, de la palabra reflexiva y pausada a la imagen inmediata y cruda que impacta y que generalmente por su volatilidad no deja lugar al análisis, ya ha venido preocupando a ciertos sectores de la población, tanto que cabria preguntarse ¿Asistimos a la era de la información o de la desinformación?. La cuestión cobra una dimensión nueva al considerar el auge de las tecnologías de información desde finales del siglo XX y su paso desde el ámbito científico, académico o empresarial a nuestros propios hogares, constituyendo al computador en un elemento cada vez más presente en nuestras vidas. Este fenómeno reclama entonces especial atención de las personas que de alguna u otra manera estamos vinculadas a la tecnología no sólo como simples consumidores.
El súper electrodoméstico mediático
Aunque aún no ha alcanzado la masificación de televisión, y tal vez sólo sea cuestión de tiempo, ya el computador esta siendo presentado como una especie de TV en esteroides. La tendencia tecnológica y el mismo mercadeo de los fabricantes de computadores, están situando al computador personal como el implemento de uso en el hogar en donde es posible tener de manera simultanea teléfono, radio, televisión e Internet. Esta aglutinación multimedial , que inicialmente parece ventajosa, despierta una inquietud: Si todo el acceso a la información a través de un artefacto electrónico se condensará en un sólo dispositivo ¿No perderemos entonces el valor de la diversidad de información?¿Quien gobernará esta única ventana de acceso al mundo que nos rodea?. La pregunta es valida al analizar el contexto mundial donde las megafusiones corporativas están cada vez homogenizando más los productores de contenidos. La multiplicidad de sonidos, imágenes y textos que generan de distintos discursos y posiciones en esta aldea global, tienen que competir entonces con pocas y mastodonticas organizaciones producto de la unión de editoriales, cadenas de radio y televisión y proveedores de Internet las cuales abarcan casi todo el espectro informativo convirtiendo la verdad en un articulo de bolsillo de uso exclusivo de quien grite más fuerte; o lo que es lo mismo hoy en día, de quien detente el control de los medios. El conocimiento nos hará libres y la información es poder son dos frases, casi lugares comunes que se presentan como contradictorias ante las dinámicas actuales . Por esto, para preservar el conocimiento y por ende nuestra libertad es necesario encontrar las grietas de estas nuevas fortalezas mediáticas, ubicar las brechas por donde la luz fluya y otras voces puedan expresarse. Así tal vez sea posible que una red de miles de murmullos pueda hacer frente a unos pocos gritos.
La preservación de la democracia electrónica
Ante este oscuro panorama, que bien podría ser la antesala de un nuevo medioevo pero digital, el papel de las personas que por su conocimiento, trayectoria, oficio o afición estén vinculadas con la tecnología informática, es vital. Profesionales, estudiantes, programadores, consultores etc. la comunidad en general, deberán tener como imperativo no sólo el logro tecnológico medido en tiempos de respuesta más cortos, mayor número de tareas ejecutadas a menor costo y otros parámetros deseables desde el punto de vista técnico y científico, sino que también deberán contemplar el uso de la tecnología como una herramienta fundamental para el beneficio de la humanidad. De tal premisa se desprende que las tecnologías de información deben ser planeadas, construidas y manejadas de manera tal que se garantice el acceso sin restricciones a la información, pero también la libre participación en la generación de la misma. De esta forma el conocimiento que se conforma a partir del intercambio de información no estará concentrado en pocas manos, será patrimonio universal de creación colectiva. El movimiento de software libre es el ejemplo arquetípico de lo que un conjunto saberes específicos con una idea definida y en constante comunicación puede lograr. El impacto de este logro ya tiene en su haber notables repercusiones sociales, económicas y políticas que han afectado el modo mismo de pensar de las personas. De igual manera mecanismos como las redes inalámbricas de bajo costo, la radio vía Internet, los pórtales de noticias independientes o que expresen las ideologías, saberes y acciones de la comunidad; en resumen, todo aquello que permita a la población tomar un papel activo en el uso de las tecnologías de información debe ser fomentado desde la perspectiva de aquellos que nos movemos en la escena tecnológica. Debe hacer parte de nuestra ética personal y profesional cumplir con el desafió que nos depara lo que podríamos llamar, la democracia electrónica. Gran responsabilidad nos depara esta época, en donde la tecnología es sólo uno de los retos.
Cada vez es más innegable que vivimos en la sociedad de la información. Y aunque aun es temprano para adelantar juicios precipitados desde el punto de vista histórico, como aquellos que sitúan nuestra época como un genuino punto de giro en el devenir del ser humano, si podemos afirmar que nunca como antes, el acceso a la información había sido tan mediado por la tecnología. Hace más de 500 años el prodigio ideado por Gutemberg desato una revolución que ayudaría a que la edad media llegara a su fin a través de la luz de los libros. La imprenta fue quizá el primer artefacto creado por el hombre que permitió un enorme progreso en la difusión del conocimiento, llevándolo de los apartados claustros eclesiásticos a una sociedad cada vez más lectora y entusiasta. Un fenómeno similar pero de proporciones mayores fue el propiciado por la electrónica en el siglo XX. La irrupción de medios como la radio y sobre todo la televisión desplazó a los medios escritos a un lugar secundario, de manera tal que no es exagerado decir que actualmente la imagen, es la principal fuente de información, conocimiento, incluso esparcimiento para una gran proporción de los habitantes del planeta. Este salto, de la palabra reflexiva y pausada a la imagen inmediata y cruda que impacta y que generalmente por su volatilidad no deja lugar al análisis, ya ha venido preocupando a ciertos sectores de la población, tanto que cabria preguntarse ¿Asistimos a la era de la información o de la desinformación?. La cuestión cobra una dimensión nueva al considerar el auge de las tecnologías de información desde finales del siglo XX y su paso desde el ámbito científico, académico o empresarial a nuestros propios hogares, constituyendo al computador en un elemento cada vez más presente en nuestras vidas. Este fenómeno reclama entonces especial atención de las personas que de alguna u otra manera estamos vinculadas a la tecnología no sólo como simples consumidores.
El súper electrodoméstico mediático
Aunque aún no ha alcanzado la masificación de televisión, y tal vez sólo sea cuestión de tiempo, ya el computador esta siendo presentado como una especie de TV en esteroides. La tendencia tecnológica y el mismo mercadeo de los fabricantes de computadores, están situando al computador personal como el implemento de uso en el hogar en donde es posible tener de manera simultanea teléfono, radio, televisión e Internet. Esta aglutinación multimedial , que inicialmente parece ventajosa, despierta una inquietud: Si todo el acceso a la información a través de un artefacto electrónico se condensará en un sólo dispositivo ¿No perderemos entonces el valor de la diversidad de información?¿Quien gobernará esta única ventana de acceso al mundo que nos rodea?. La pregunta es valida al analizar el contexto mundial donde las megafusiones corporativas están cada vez homogenizando más los productores de contenidos. La multiplicidad de sonidos, imágenes y textos que generan de distintos discursos y posiciones en esta aldea global, tienen que competir entonces con pocas y mastodonticas organizaciones producto de la unión de editoriales, cadenas de radio y televisión y proveedores de Internet las cuales abarcan casi todo el espectro informativo convirtiendo la verdad en un articulo de bolsillo de uso exclusivo de quien grite más fuerte; o lo que es lo mismo hoy en día, de quien detente el control de los medios. El conocimiento nos hará libres y la información es poder son dos frases, casi lugares comunes que se presentan como contradictorias ante las dinámicas actuales . Por esto, para preservar el conocimiento y por ende nuestra libertad es necesario encontrar las grietas de estas nuevas fortalezas mediáticas, ubicar las brechas por donde la luz fluya y otras voces puedan expresarse. Así tal vez sea posible que una red de miles de murmullos pueda hacer frente a unos pocos gritos.
La preservación de la democracia electrónica
Ante este oscuro panorama, que bien podría ser la antesala de un nuevo medioevo pero digital, el papel de las personas que por su conocimiento, trayectoria, oficio o afición estén vinculadas con la tecnología informática, es vital. Profesionales, estudiantes, programadores, consultores etc. la comunidad en general, deberán tener como imperativo no sólo el logro tecnológico medido en tiempos de respuesta más cortos, mayor número de tareas ejecutadas a menor costo y otros parámetros deseables desde el punto de vista técnico y científico, sino que también deberán contemplar el uso de la tecnología como una herramienta fundamental para el beneficio de la humanidad. De tal premisa se desprende que las tecnologías de información deben ser planeadas, construidas y manejadas de manera tal que se garantice el acceso sin restricciones a la información, pero también la libre participación en la generación de la misma. De esta forma el conocimiento que se conforma a partir del intercambio de información no estará concentrado en pocas manos, será patrimonio universal de creación colectiva. El movimiento de software libre es el ejemplo arquetípico de lo que un conjunto saberes específicos con una idea definida y en constante comunicación puede lograr. El impacto de este logro ya tiene en su haber notables repercusiones sociales, económicas y políticas que han afectado el modo mismo de pensar de las personas. De igual manera mecanismos como las redes inalámbricas de bajo costo, la radio vía Internet, los pórtales de noticias independientes o que expresen las ideologías, saberes y acciones de la comunidad; en resumen, todo aquello que permita a la población tomar un papel activo en el uso de las tecnologías de información debe ser fomentado desde la perspectiva de aquellos que nos movemos en la escena tecnológica. Debe hacer parte de nuestra ética personal y profesional cumplir con el desafió que nos depara lo que podríamos llamar, la democracia electrónica. Gran responsabilidad nos depara esta época, en donde la tecnología es sólo uno de los retos.
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