Mi estomago habia perdido ya el rumbo. EL tiempo se habia convertido es una masa amorfa que cobro un tenue significado cuando los monitores del Jumbo dictaminaban la 1:30 de la manana en nuestro destino, Delhi. Sera que alguien nos espera? fue la preocupada pregunta que Julian, mi companero de viaje en esta aventura me hizo mientras me miraba con ojos expectantes. Unidos fortuitamente por la burocracia del ICETEX y la aficion a maldecir estos aeropuertos globales donde solo se consiguen hamburguesas. La de Caracas, auque obtenida tras una espera enorme por lo menos estaba rica. La de Frankfurt fue la vergonzoza capitulacion de nuestros orgullos en un McDonalds, unica alternativa ofrecida. Los jugos gastricos echan al suelo cualquier pose. Afortunadamente estaban los generosos menues de Lufthansa que hacen sentir verguenza de nuestros sanduchitos insignificantes con cajitas de Tutifruti. Los vuelos transcurren entre el Jazz del canal 12 y el Rock del 7. Tiempo para pensar y recapitular mientras la ventanilla es una pequena pantalla de TV muerta la mayoria del tiempo. Cobro vida en algun lugar sobre alemania donde un horizonte bermejo me recordo el hermoso pero inalcanzable fruto por primera vez rojo ante mi, que me fue regalado en la terminal de cali. Donde los altavoces cargados de voces teutonas dulces y femeninas hacian eco de la siempre tierna y aterciopelada voz que me recomendo pintar la ebriedad que sufririan mis ojos, la ultima noche en Colombia (lo intentare con palabras). Donde la constancia de una nueva y absurda amiga me reconfortaba. Donde curioso acepte el coqueteo mutuamente nervioso de una gringa, con la tranquilidad que une a los que tienen la certeza de que nunca se volveran a ver. El avion aterriza y la evocacion pierde sus alas.
"CiEmCi" "CiEmCi" (CMC nombre del instituto) grita un minusculo muchacho de rostro cetrino mientras agita un brazo y sostiene un letrero con nuestros nombres en esforzada caligrafia a la salida del aeropuerto de Delhi. Julian respira con mas tranquilidad mientras yo apresuro un apreton de manos y me estrello por primera vez con el Ingles Indio. Salimos a la madrugada de Delhi saturada de fria niebla. EL clima es helado y habiamos sido enganados por los torpes asistentes en la embajada. Somos dirigidos a un carrito que nos conducira al hotel, crei entenderle a la boca cetrina. Desayuno a las 7 am. El pequeno muchacho se retira con una inclinacion de cabeza. Las calles del aeropuerto a la ciudad son una caotica simbiosis de concreto y bosquecillos raquiticos y rebeldes. Hay algo tan remoto pero a la vez tan familiar en el paisaje que nos ocupa, la vergonzoza memoria colectiva del tercer mundo: El caos vehicular donde se ajetrean camiones rusos en donde la imagen de la muchacha de playa en espejo de nuestra iconografia camioneristica ha sido reemplazada por esvasticas (hay que recordar que la esvastica es una antiguo simbolo indoeuropeo violentado, reconstituido y dotado de un significado ominoso para los occidentales por los nazis) es cobijado por la omnipresente mole de concreto de la linea de metro elevado que se esta construyendo. Varias fogatas calientan a personas de quienes no podria decir si son mendigos u obreros. Las construcciones son ruinosas y solo diviso fachadas fastuosas en edificios gubernamentales, especialmente militares. Ansio el hotel. Pregunto a un retrovisor que solo ofrece unos ojos negros en una cara sepultada por un turbante cuanto falta. Solo recibo silencio, pues el conductor no habla ingles y el ignorarme es su instintiva respuesta. Los distritos de deslizan mendicantes hasta que el carrito inicia las tortuosas paradas en varios hoteles donde al parecer somos rechazados. La lengua puede ser ininteligible pero los gestos son universales. Eso y la improvisacion propia de nuestros paises hermanados en la alegria y el desespero. Royal residency finalmente nos acepta. La cama es dura y se que no podre conciliar el sueno en las 3 horas que nos quedan antes de que el telefono suene, si es que logre entenderme efectivamente con la recepcion. No me importa me repito toda la noche, pues ya estoy sumergido en un inesperado sueno de 2 meses.
LFM
sábado, enero 29, 2005
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